Hoy los ciudadanos, de todo el país, estamos padeciendo el incremento de la inflación de manera alarmante, la caída de la actividad económica y el desempleo.

La clase media ha menguado, con esta crisis, porque ha traído un descenso de la renta disponible de las familias.

El desánimo se respira en todos lados porque los aumentos de las tarifas de los servicios públicos básicos alcanzan un incremento de hasta 1.490 por ciento acumulado, como es el caso de la de electricidad. Otros servicios esenciales como el gas, el agua o el transporte público, acumulan aumentos de 1297, 664 y 105 por ciento, respectivamente. A ello se suma el servicio telefónico, los combustibles, los alimentos, la ropa, la educación, los remedios, los impuestos, las tasas, los alquileres, los préstamos hipotecarios y podría seguir enunciando.

Con una inflación creciente y más trabajadores en la calle, vino aparejado el número de argentinos que no pueden pagar sus cuentas.

Esto implica la caída en el consumo porque al no llegar a fin de mes con el salario hay que rebuscársela financieramente. Lo típico: la utilización al límite de la tarjeta de crédito o el tener que pedir dinero prestado, ya sea a una entidad bancaria o a un amigo.

Por otro lado, resulta de una gravedad, sin precedentes, la provocación a la que son sometidos los trabajadores en los ámbitos de paritarias salariales con el 15% de aumento ofrecido. Como ejemplo, cito a la gobernadora Vidal en la provincia de Buenos Aires con los trabajadores estatales, sabiendo que las Consultoras e incluso el mismo Gobierno están reconociendo una inflación superior al 28%.

Hoy el país se debate entre dos posturas muy definidas: volver al pasado con un paquete de viejas y ajadas teorías que poco tienen para aportar a los problemas del presente, pero que muchos quieren volver a recuperar, y la del futuro, para recuperar el optimismo de todas las generaciones que queremos vivir en un país que nos brinde igualdad de oportunidades con un Gobierno eficiente que nos ayude a superar las dificultades que hoy padecemos. ¿Será posible?

Por Sadi Octavio Gelos, concejal del bloque Integración Vecinalista Rosaleña